THURWOOD MARSHALL (1908-1933)


Excelso jurista conocido no sólo por ser el primer afroamericano en alcanzar un sillón en el Tribunal Supremo de EE.UU, sino como el principal artífice del fin de la segregación racial y el arquitecto al que se deben los cimientos sobre los que se ha erigido la pacífica convivencia multirracial del siglo XXI.
La prolífica vida de Thurgood Marshall comenzó un 2 de julio de 1.908 en Baltimore (Estado de Maryland) y se desarrolló en el seno de una familia humilde, cuya ascendencia conocía bien el yugo de la esclavitud. El pequeño Thurgood enseguida comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo del Derecho, cuando correteaba por los pasillos de los juzgados de su ciudad natal en el intento de su padre por inculcarle el espíritu de los principios que regían la Constitución Americana.
Estudiante brillante y revolucionario pacífico, la trayectoria de Marshall es parcialmente deudora de su formación inicial en la Universidad de Lincoln (Estado de Pennsylvania). Allí compartió ideas y proyectos con un distinguido grupo de jóvenes que como él sintió el irrenunciable deber de contribuir a erradicar el legado histórico del racismo. Langston Hughes, el posterior presidente de Ghana Kwame Kkrumah, y el músico Cab Calloway compartieron inquietudes e impulsaron el camino de Thurgood en su valiente cruzada.
La cruel realidad de la sociedad americana de principios de siglo la pudo comprobar un joven Marshall en 1.930 cuando solicitó su ingreso en la Escuela de Derecho de la Universidad de Maryland y fue rechazada su admisión por motivo de su raza. Tras ser aceptado en la Escuela jurídica de la Universidad de Howard ese mismo año, Thurgood terminó de perfilar su vocación de la mano de su maestro Charles H. Houston, que influyó decisivamente en la definición del carácter emprendedor de Marshall y en la adquisición de sus habilidades dialécticas.
Recién terminados sus estudios superiores, Thurgood se embarcó sin demora en su histórica lucha por equiparar los derechos fundamentales de los ciudadanos de raza negra con los de los blancos. Así, en 1.935, un abogado sin apenas experiencia forense demandaba a la Escuela de Derecho de la Universidad de Maryland exponiendo la injusticia que representaba la no admisión del joven Donald G. Murray por razón de su raza. La victoria, que alcanzó un trascendente eco social, no sólo supuso el punto final a la segregación racial en esa universidad, sino que también reconfortó la incipiente carrera de Marshall, que años atrás estuvo a punto de ser truncada por la denegación de su ingreso en la misma..
La lucha a largo plazo que programó Thurgood Marshall en los tribunales, como abogado primero, y como juez en una etapa posterior, se centró en el derrocamiento de la decimonónica doctrina jurisprudencial que consagraba el “iguales pero separados”. Para ello adoptó una estrategia basada en su honda convicción de que sólo la verdadera integración permitiría al país tender un puente que acercase las orillas donde se bañaban los derechos de sus diferentes razas. No fue tarea fácil, si bien, desde el telescopio de la historia, se admiran hoy los logros alcanzados por Marshall en la equiparación de los derechos fundamentales al voto, a una vivienda, la educación, a un proceso con las debidas garantías, sin registros ni embargos ilegales, o a un sistema contributivo no discriminatorio.
Si bien el abogado y juez Marshall enarboló la bandera de la protección de los derechos de la población negra, su contribución al mundo jurídico se convirtió en la piedra angular sobre la que se edificaría la moderna pirámide de derechos civiles para todos los americanos. Thurgood Marshall fue la voz en los tribunales de todos aquellos que no tenían voz: mujeres, niños, inmigrantes, prisioneros, vagabundos... La principal defensa de estos colectivos durante el siglo XX fue asumida por un Marshall al que incluso la prensa tuvo que agradecer la ampliación de sus libertades durante esa centuria.
La larga carrera profesional de Thurgood Marshall estuvo ligada a su participación activa en la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, en la que se enroló en 1.936 y en 1.940 ya ocupaba el cargo de director de servicios jurídicos y educacionales. Pero, sin duda, las crónicas de la época elevaron al letrado Marshall a los altares por su actuación en el ‘caso Brown’ contra el Departamento de Educación de la ciudad de Topeka. Tras veinte años de duras y exitosas batallas contra las injusticias patrocinadas desde los organismos estatales, Marshall asestaba un golpe mortal a la legalidad de la discriminación racial. El 17 de mayo de 1.954 el Tribunal Supremo fallaba en favor de las tesis mantenidas por Thurgood, aboliendo la legalidad de la segregación en los colegios públicos americanos. Tras este precedente sentado en el ámbito de la educación, el “iguales pero separados” tenía ya los días contados.
Los reconocimientos a la trayectoria de Thurgood Marshall no tardaron en llegar. En 1.961 el presidente John F. Kennedy nombraba a Marshall miembro del Tribunal Federal de Apelaciones para el segundo circuito judicial. A pesar de la inicial oposición a su nombramiento de un grupo de senadores, finalmente Thurgood pudo comenzar a desarrollar su labor desde el otro lado de los estrados y, en tan sólo cuatro años, dictó 112 sentencias, ninguna de las cuales fue revocada por el Tribunal Supremo. Era tal la fuerza y convicción de sus argumentos que, además, muchos de sus votos particulares fueron adoptados como propios por este tribunal.
El presidente Lyndon Johnson dirigió también su mirada hacia la persona que estaba cambiando el curso de la convivencia social en su país. Entre 1.965 y 1.967 Thurgood Marshall continuó con su estrategia de lograr la integración racial actuando desde la óptica de la administración estatal, y se integró en el cuerpo de Abogados del Estado. En tan sólo dos años, un imparable Marshall defendió 19 casos ante el Tribunal Supremo, que resolvió a su favor en 14 ocasiones.
El hecho de haberse convertido en el abogado que más éxitos había cosechado ante el Tribunal Supremo, unido a su admirada labor en defensa del reconocimiento de los derechos civiles de los ciudadanos de raza negra, catapultó a Marshall hacia la máxima instancia judicial. En 1.967, tras la vacante causada por el juez Tom Clark, el presidente Johnson designó a Thurgood Marshall como nuevo miembro del Alto Tribunal, convirtiéndose así en el primer afroamericano en alcanzar tan alta responsabilidad y dignificación profesional.
Durante 24 años el juez Marshall ejerció su magisterio desde el Tribunal Supremo, lo cual le posibilitó una fecunda labor continuadora de su proyecto vital de asentar las bases para la equiparación de derechos entre ciudadanos de distintas razas.

En 1.991 Thurgood Marshall decía adiós a su actividad judicial. Había sido una larga lucha y tocaba dejar el camino expedito a las nuevas generaciones. Poco después, en 1.993, se alejaba definitivamente de su mujer y de sus dos hijos aquejado de una afección cardiaca. A ellos y a todos los ciudadanos americanos les dejaba a título de legado su gran diseño de cómo debía procederse para superar las diferencias en una sociedad multirracial, el talón de Aquiles de la historia americana.

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